VIENA.- La ONU alertó este martes de que alrededor de 5,500 millones de personas tienen nulo o muy limitado acceso a analgésicos opiáceos -como la morfina y la codeína- usados para paliar los intensos dolores de enfermedades como el cáncer.
Esta enorme cifra supone que “tres cuartas partes del mundo tiene escaso o ningún acceso a tratamientos paliativos del dolor” para enfermedades graves, terminales o crónicas, denunció la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) en su informe de 2014, difundido hoy en Viena.
Como contraste, el 92 % de la morfina es consumida por el 17 % de la población del planeta y se concentra en Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental y Australia.
La JIFE es el organismo de la ONU encargado de velar por el cumplimiento de los tratados internacionales sobre drogas, que no solo prohíben ciertos narcóticos sino que también pretenden garantizar el acceso para fines médicos a sustancias bajo control, como la morfina.
“Este problema se ha agravado en el período que se examina debido a desastres naturales y conflictos armados, que han aumentado la necesidad de sustancias fiscalizadas para tratar a heridos y enfermos”, destaca en el documento el presidente de la JIFE, el sudafricano Lochan Naidoo.
El reducido uso de estos analgésicos opioides para el tratamiento del dolor en muchos países se debe a un cúmulo de factores, según los expertos de la JIFE.
Esos factores mezclan una reglamentación inadecuada, escasa capacitación del personal sanitario, prejuicios culturales, factores económicos y falta de acceso a esos medicamentos.
Sobre la situación de las drogas en el mundo, la JIFE llama a los Estados a luchar contra los “aspectos socioeconómicos” que fomentan el consumo de drogas y el narcotráfico.
Entre esos aspectos sociales se citan la pobreza, la desigualdad económica, la exclusión social, la falta de perspectivas de empleo y la exposición a la violencia, entre otros factores.
En cuanto a los aspectos regionales, en América del Sur la oferta de cocaína sigue reduciéndose, en línea con la tendencia a la baja de la superficie cultivada de hoja de coca.
Sin embargo, hay diferencias por países, ya que el cultivo bajó en 2013 en Perú y Bolivia mientras no hubo cambios en Colombia.
Ese país andino cerró 2013 con una estimación de 48.000 hectáreas de coca cultivadas, las mismas que en 2012, pero muy lejos de las 140.000 hectáreas sembradas que se contabilizaban en 2001.
Perú tiene actualmente la mayor extensión de hoja de coca con 49.800 hectáreas cultivadas, frente a las 60,400 en 2012, mientras que Bolivia con 23.000 hectáreas redujo en 2.300 la cifra del año anterior.
La Junta señala que la cocaína es la droga que más consumen quienes reciben tratamiento por drogodependencia en América del Sur y considera especialmente “preocupante” el uso de diversas variedades de cocaína fumada, como el “crack”.
El informe recuerda que América Central no sólo sigue siendo la principal ruta de tránsito de la cocaína hacia EE. UU., lo que genera violencia y corrupción a su paso, sino que también está viendo cómo aumenta la producción y el consumo de sustancias prohibidas.
Los altos beneficios que genera el tráfico de cocaína provoca una feroz competencia entre distintas bandas y ha hecho crecer la violencia en la región.
“Las zonas más preocupantes en lo que respecta a la violencia se encuentran en el litoral de Honduras, en ambos lados de la frontera entre Guatemala y Honduras, y en Guatemala, a lo largo de las fronteras con Belice y México”, detalla la Junta.
En general, en América del Norte (México, Estados Unidos y Canadá) se han reducido las incautaciones de cocaína un 44 % entre 2007 y 2012, hasta las 109 toneladas.
Pese a la disminución del consumo de drogas registrada en los últimos años, América del Norte tiene la mayor tasa de mortalidad del mundo por ese motivo, situada en 142,1 muertos por millón de adultos con edades entre 15 y los 64 años.
“En Estados Unidos las muertes por sobredosis de drogas, relacionadas sobre todo con opioides de venta con receta médica, superan actualmente a las muertes por homicidio y accidente de tráfico”, señala la JIFE, que no ofrece más detalles.
Otra tendencia preocupante es el crecimiento en EE. UU. del consumo de heroína, que resulta más fácil de obtener y es más barata que los opioides con receta médica, señala el informe.
La JIFE ha destacado también su “preocupación” por la legalización de la marihuana en varios estados de EE. UU. y en Uruguay, un paso que, aseguran, va en contra de los tratados internacionales, que no contemplan usos recreativos de esa sustancia.
En Europa, la Junta destaca como un peligro para la salud pública la proliferación de las conocidas como “nuevas sustancias psicoactivas”, algunas de ellas vendidas incluso de forma legal porque sus componentes químicos no están prohibidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario