PARÍS, Francia .- Un fallo en la caja negra que graba las conversaciones entre los pilotos en el avión de Air Algérie que el pasado 24 de julio se estrelló en Mali complica las pesquisas para conocer las causas del accidente, indicaron este jueves los investigadores, que tratan de recopilar más elementos para contrarrestar este vacío.
La banda magnetofónica de esa segunda caja negra, situada en la parte trasera del aparato, pudo ser leída, pero la señal sonora extraída es “ininteligible” y por el momento no puede aprovecharse, indicó en conferencia de prensa el director de la Oficina francesa de Investigación y Análisis (BEA), Rémy Jouty.
En el actual estado de las investigaciones del accidente, que tuvo lugar el pasado 24 de julio, se desconocen los motivos por los que falló esa grabación, pero los expertos consideran que hubo un problema en el sistema ajeno al choque sufrido contra el suelo.
El BEA ha recurrido a “los mejores especialistas” para intentar recopilar la información que contiene esa caja negra, pero aseguró no estar en condiciones de saber si el resultado será satisfactorio.
El trabajo está orientado ahora a la reconstrucción de la trayectoria del aparato, un MD-83 de la compañía española SwiftAir fletado por Air Algérie que se estrelló con 110 personas a bordo, la mayoría francesas, y seis miembros de la tripulación, todos ellos españoles.
El aparato despegó de Uagadugu, la capital de Burkina Faso, a las 01:15 de la madrugada y a las 01:39 , dos minutos después de alcanzar la velocidad de crucero, comenzó a disminuir su velocidad y altitud de forma progresiva hasta que se perdió el contacto con él, a las 01:47 de la madrugada, cuando volaba a 740 kilómetros por hora.
En ese momento se encontraba solo a 490 metros de altura y se estrelló en “aproximadamente un segundo”, lo que explica, según los investigadores, que los restos hallados estén pulverizados y concentrados en una zona reducida de cerca de 9 hectáreas.
La tripulación, según lo establecido hasta ahora, había procedido a “cambios de ruta moderados” y típicos de una estrategia pensada para evitar la zona de tormenta, hasta que poco antes del impacto el avión giró bruscamente a la izquierda por motivos todavía desconocidos.
“No hay una hipótesis preferida. La condiciones meteorológicas pueden ser un elemento que contribuya a explicar lo que puede pasar en un vuelo que termina en accidente, pero nada permite decir que se deba solo a eso”, apuntó este jueves el director del BEA.
El organismo va a proseguir sus investigaciones comparando su trayectoria con el modelo de comportamiento del avión, y hasta la fecha, aseguró, nada hace pensar que se desintegrara en pleno vuelo, lo que no excluye que hubiera podido haber daños entonces.
“Si se hubiera desintegrado habría habido restos en más terreno”, dijo Jouty, no sin dejar claro que también es prematuro “excluir la tesis de una acción deliberada”.
La experiencia de la tripulación en ese tipo de ruta y de aparato, así como su número de horas de vuelo, es otro de los elementos que forman parte de la investigación, pese a que en estos momentos no es el aspecto “prioritario”.
“Avanzamos paso a paso. Primero (para dibujar) la trayectoria, luego el modelo de comportamiento del avión, y solo después podremos ir más lejos para elaborar las causas”, indicó el representante del BEA.
Tres grupos de trabajo están al frente: uno encargado de reproducir el recorrido final, otro centrado en el desarrollo del vuelo, y un tercero fijado en la recopilación de informaciones de control aéreo, datos meteorológicos y otros previos al despegue.
Esta primera presentación ante la prensa tenía como objetivo evitar especulaciones y la publicación de un primer informe preliminar no llegará hasta mediados de septiembre.
“Ninguna investigación es sencilla. Avanza a un ritmo normal, a veces con decepciones”, admitió Jouty, cuyo organismo trabaja en colaboración con expertos de Argelia, Burkina Faso, España, Francia, Líbano y Estados Unidos.
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