Como parte de su política para el combate a las drogas, el gobierno de Felipe Calderón inició la construcción de 310 unidades de especialidad médica, los Centros Nueva Vida, enfocados a la prevención y promoción de una vida sin drogas.
Junto con las 101 unidades de los Centros de Atención Juvenil (CIJ), organización de participación estatal mayoritaria y con más de 30 años de vida, conforman una red de atención para la prevención y tratamiento.
En opinión de algunos expertos, estos lugares se quedan en una fase de atención primaria.
"Hemos estado monitoreando algunos y aún no consolidan la capacitación del personal. Tienen problemas en cómo allegarse a la gente, no están llegando a las personas con problemas de adicción y se limitan a dar talleres de prevención en escuelas", dice Carlos Zamudio, investigador del Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas, al referirse a los Centros Nueva Vida.
Pero según los expertos, al enfocarse sólo en la prevención su campo de acción en casos severos es limitado. "Todas las personas adictas requieren de internamiento y de llevar un proceso de desintoxicación", dice Ángel Hernández, de la Fundación Renace.
Estos centros sólo conforman el 23% de la oferta de atención para enfermedades de adicción, el resto son sitios de atención privada.
"Muchos operan heterogéneamente y de manera desarticulada, y no en pocos casos, sin suficiente calidad profesional", señala el diagnóstico que ofrece el Programa de Acción Específico 2007-2012 de la secretaría de Salud, para la prevención y tratamiento de las adicciones
Según el Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), en el país existen unas 20,000 camas para brindar tratamiento residencial a adictos, pero de éstas sólo en 4,000 se observa la aplicación de la NOM-028 para la Prevención, Tratamiento y Control; de los CIJ sólo 12 contemplan la residencia.
"En gran medida quien ha resuelto el tema de las adicciones ha sido la sociedad civil. En el tratamiento la mayoría son organizaciones de grupos de ayuda", dice Juan Machin, director del Centro Cáritas de Formación, asociación que da capacitación en el tema de la farmacodependencia.
El tratamiento que ofrece a 800 personas al año la Fundación Renace tiene un costo de 17,000 pesos por paciente. Esta clínica de rehabilitación sobrevive gracias a los donativos, de los cuales sólo 30% provienen del gobierno.
En el caso de Hogar Integral de Juventud enfocada al tratamiento y prevención de la farmacodependencia dejó de ofrecer residencia como tratamiento por su costo.
"La residencia profesional es muy cara, nos costaba 300,000 pesos al mes atender de 15 a 25 personas", dice Joaquín del Bosque, fundador y director general de Hogar Integral, cuyo tratamiento ahora es ambulatorio.
Ayuda para los marginados
Gabino está acostumbrado a vivir en la calle, se dedica a recoger cartón de los puestos ambulantes en el Centro Histórico y a venderlo para ganar unos pesos. Su condición no le hace sentir mal excepto cuando "agarra el vicio", algo que sabe que no debe hacer. Acudir a La Carpa, le ayuda a superar esos momentos.
La Carpa, ubicada en el barrio de la Soledad, entre las calles Rosario y Zapata, es un espacio para personas marginadas que quieren salir de su situación de exclusión y adicción. Este es uno de los proyectos de la institución de asistencia privada, Hogar Integral de Juventud, dentro de su trabajo en el campo de la farmacodependencia.
Las personas tienen acceso a "espacios de vida saludable", pueden usar regaderas, lavar su ropa, comprar café o chocolate por el mismo costo de una dosis de inhalante y consultar a especialistas. Entrar no tiene costo, la única condición es no consumir adentro sustancias enervantes ni tener relaciones sexuales.
"Ellos empiezan a encontrarse como personas dignas al verse viviendo de otra manera, observan sus habilidades y se reconocen como sujetos con derechos y obligaciones", dice Joaquín del Bosque.
El objetivo, dice, no es sacar a la gente de la calle sino una reducción del daño. "Van sin pensar en dejar la adicción, pero en el camino van decidiendo otra cosa", agrega.
Una experiencia espiritual
Miguel tiene 14 años de no consumir ninguna droga. Su recuperación la logró después asistir diario, por cinco años, a un grupo "del cuarto y quinto paso", derivados del programa de Alcohólicos Anónimos. Hoy asiste de forma frecuente a "Un espacio para ti", grupo ubicado en la colonia Pilotos, de la delegación Álvaro Obregón, que tiene un aforo de 40 personas.
El nombre "de 4º y 5º paso" se debe a que el conjunto de 12 pasos que considera el sistema de Alcohólicos Anónimos (AA), se basan en la práctica de dos: la realización de un inventario moral que el adicto hace, por escrito, de sus acciones diarias y el quinto paso, la confesión ante Dios, ante sí mismo y ante otra persona de sus defectos de carácter.
La labor del sistema de Alcohólicos Anónimos que en México data de los años 60 no es menor. Actualmente existen alrededor de 15,000 grupos de ayuda mutua de AA, eso sin contar los grupos 24 horas, y los "grupos del 4º y 5º paso", que han iniciado por su cuenta adictos recuperados, que se derivan del sistema AA aunque no cuentan con un reconocimiento oficial.
Según Machín, gracias a los mecanismos de autocontrol y prevención de la sociedad civil el número de adictos no es mayor, pues podría serlo por las condiciones de pobreza, desempleo, educación, corrupción y poca credibilidad en las instituciones que ofrece el país.
El gobierno considera la sinergia con las organizaciones de la sociedad civil como fundamental para el éxito de su Estrategia Nacional para la Prevención y el Tratamiento de las Adicciones, los casos severos que llegan a los CIJ o a los Centros Nueva Vida son canalizados a ellas. Por eso contempla la canalización de recursos, que no son suficientes.
Fuente: mexico,cnn.com
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