EL PASO, Texas (Reuters) — El periodista mexicano Armando Rodríguez, reconocido por su cobertura de los asesinatos entre bandas de su natal Ciudad Juárez, yacía en un ataúd, asesinado supuestamente por narcotraficantes.
Mientras su colega Jorge Luis Aguirre manejaba rumbo a su funeral en la ciudad, sobre la frontera con Estados Unidos, sonó su teléfono celular. Una voz ronca le entregó una advertencia escalofriante: “Eres el próximo”.
“Me fui de Juárez aterrorizado el mismo día que velaban el cuerpo de Armando”, dijo Aguirre, editor del sitio de internet La Polaka, que actualmente se publica desde Estados Unidos.
El periodista se sumó a un creciente número de mexicanos que huyen de la violencia de los cárteles de la droga en Ciudad Juárez y sus alrededores para comenzar un largo proceso de pedido de asilo político en Estados Unidos.
Más de 9,300 personas han sido abatidas a balazos, mutiladas o decapitadas en la ciudad industrial, al sur de El Paso, Texas, desde principios de 2008, cuando los cárteles rivales de Juárez y Sinaloa comenzaron una guerra sin cuartel por una de las principales rutas para traficar drogas.
El conflicto desencadenó más violencia, con las pandillas locales vinculadas a los cárteles, luchando entre sí y dedicándose a extorsiones y secuestros. El Ejército mexicano y la Policía Federal enviada para frenar el caos también son culpados por muchos residentes de asesinatos y otros abusos.
En medio de la violencia, los pedidos de asilo desde México alcanzaron un récord de 5,551 el año pasado, según datos del Gobierno, una cifra más de un tercio superior a cuando el presidente Felipe Calderón asumió su cargo y envió a los militares a combatir los cárteles.
Pero de éstos, sólo 165 pedidos de asilo fueron otorgados en 2010.
Entre la ola de demandantes de asilo motivados por el pánico, están los periodistas, policías encargados de frenar la violencia y activistas que piden justicia.
Nuevas demandas todos los días
Si tienen una visa estadounidense, o una tarjeta de cruce de frontera, algunos solicitantes de asilo mexicanos presentan su pedido dentro de Estados Unidos. Otros arriban, algunas veces angustiados, a los cruces de frontera y piden asilo de los inspectores de aduana estadounidenses.
Es tan importante el ingreso en El Paso, que abogados de inmigración y grupos de derechos humanos formaron una coalición para defender a los demandantes durante el frecuentemente largo e incierto proceso de asilo.
Antes de 2008, sólo un 5% de los casos manejados por el abogado especializado en inmigración Carlos Spector eran solicitudes de asilo. Ahora, estos casos representan el 50% de sus causas.
“Tenemos nuevos demandantes diariamente”, indicó.
Marisol Valles, una estudiante de criminología de 20 años, se convirtió en una celebridad local cuando se animó a asumir como jefa de policía de Praxedis G. Guerrero, cerca de Ciudad Juárez, luego de que su predecesor fuera torturado por los cárteles de la droga y luego decapitado.
Pero con sólo cinco meses en el puesto, Valles huyó con su familia a Texas en marzo tras recibir amenazas de muerte por teléfono, aparentemente de una banda del narcotráfico.
El mes siguiente, durante el domingo de Pascuas, el activista de Ciudad Juárez Saúl Reyes y 10 familiares llegaron a El Paso, huyendo de la violencia que se llevó a seis miembros de su familia en los últimos dos años.
La activista Josefina Reyes fue secuestrada y asesinada en enero de 2010, después de acusar a las fuerzas militares de estar involucrados en el asesinato de su hijo.
Uno de sus hermanos fue asesinado siete meses más tarde, y este año, otra hermana, un hermano y su mujer fueron secuestrados por hombres armados. Sus cuerpos fueron arrojados a un costado de la vía en el Valle de Juárez.
“Supimos que la única manera en que el resto de la familia podía permanecer con vida era escapando de México”, dijo Saúl Reyes, hermano de Josefina.
Para lograr el estatus de asilo, los refugiados tienen que demostrar “temor bien fundado” de persecución con base en raza, religión, nacionalidad o como miembro de un grupo social específico u opinión política.
Las demandas frecuentemente están basadas en un miedo general a la violencia, al crimen desenfrenado en la ciudad de origen, pero fracasan a la hora de cumplir los estrictos criterios para obtener el asilo, según funcionarios.
Fuente: mexico.cnn.com
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