El viernes en la tarde Bárbara Brand de Casilla le pidió a su esposo que le comprara un vino y un vestido rojo. Este domingo la bebida permanecía en la nevera de su casa y el vestido nunca fue comprado, debido a que ella murió y sus restos están depositados en el cementerio Cristo Redentor.
Felipe Casilla, su esposo, sólo agradece a Dios por la mujer que tuvo, quien la mañana del viernes, él recuerda, amaneció más hermosa que nunca.
Él no lamenta tener que celebrar el día de las madres de esta forma, pero sus siete hijos y algunos de los 24 nietos no pudieron esconder el dolor de perder a quien los cuidó y se encargó de hacerlos quienes son.
Al igual que la familia Casilla, decenas de personas visitaban ese cementerio y el de la avenida Máximo Gómez para recordar sus madres fallecidas.
El estado de deterioro del Cristo Redentor dificultaba la movilidad de las personas quienes se veían asediadas por los trabajadores.
Este año el número de niños limpiando y cortando césped incrementó.
Los vendedores de flores y limpiadores de tumba consideraron que en comparación al año pasado, menos personas visitaron los cementerios lo que representó una reducción en las ventas.
Fuente: elcaribe.com.do
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